miércoles, 8 de febrero de 2012

La vejez, triste etapa de la vida adjetivada por una falta de movilidad que conlleva un descenso del ego, como de todos los sentimiento que te manifiestan una subida en tu estado de ánimo.
Llegar a viejo es un deseo patente en todo ser humano, cuya única meta es la libertad de tiempo para dedicarlo a lo que más complazca al sujeto; pero una vez alcanzada esa época, las horas minutos y segundos, se vuelven días, semana u meses... transcurre lento, interminable, tanto que te gustaría acabar.
Me sobra el tiempo, me cansa repetir una y otra vez lo mismo, que la gente me observe de manera melancólica, cual animal malherido, pero yo no soy. Yo en una temporada  pasada fui un joven, un hombre valiente, viril y luchador de mis propias metas, ¿dónde me he escondido? ¿Qué soy?
Impedido y con las marcas patentes del fluir del tiempo en mi rostro, aquí me hayo, viviendo únicamente de recuerdos de juventud, que alimentan la poca alma que me queda.

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